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lunes, 18 de mayo de 2015

Insomnio.

 


Insomnio.


Se extiende, roja, sedienta.

La tarde amplia su impulso de caída

y todo deja de pertenecernos.

Los ojos abundantes como uvas de ira

no cerrarán ante el mandato del sol.

Creíamos gobernar sobre las voluntades

aclarando los sospechas en el ánfora de la vigilia.

Regresarnos descaradamente limpios

al sueño de dormir

y dueños del insomnio

rogar a la noche no duela demasiado.

Océanos.


Me canso.
Sucede que me canso.
No como Neruda de ser hombre
si no, de pasear mis edades
siempre por los mismos senderos:
esos que llevan a una Roma
de fontanas obtusas y taponadas
arrojando monedas
a los dientes de los crepúsculos.
Siempre el mismo empedrado sin costillas;
diseño de gigantes gateando
hacia un orbe nuevo de etéreas nostalgias.
Sin abrir las compuertas de las acequias,
-eriales sin oasis-
veo anegarse frente a mis delirios
el minúsculo intento de romper cadenas
con la parsimonia del necio.
Voy plantando magnolias en los retretes
para olvidarme del desamparo,
y espero que broten entre el cieno
de lo estático.
Mientras, espero y espero
que los almanaques de las horas
alumbren pegajosos cadáveres
de física cuántitica resolviendo
ecuaciones a destajo.
No apostando nada,
para no perder nada.
Regalando las barajas de las posibilidades
a los arcanos del desasosiego
que despojan almas
de sus engalanadas vestimentas
para trasmutarlas
en homeless de una imprecisa ventura.
Sempiterna incertidumbre
de sofá y degollado mueble
que chirría hastíado mi nombre.
Camino de dameros en los pasillos que atravieso
con la premura de quien encontrará
entre las baldosas,
el santo grial de su existencia
y tan solo encuentra,
aquellas trampas para ratas
por donde siempre se vuelve a pasar.
¡No modifiques tu camino!
grita el estepario lobo del subconsciente
haciendo gala de su bastarda condición
de dueño y señor de un vitalicio feudo.
No retornes a Itaca
pues ni siquiera
tienes un perro que te reconozca
ni Atenea que disimule tus facciones
rabiosas de cicatrices,
o te advierta de los peligros que te acechan.
Vuelve sobre tu rastro y camina
sobre el asfalto de las preguntas;
ponzoñosa arteria donde te reconoces.
Entre tempestades de mediocres membresías
y apuestos hijos de Abraxas,
pero
te
reconoces.
Muerden los templaríos de las hecatombes
todo intento de traspasar
los arrabales de la remembranza
y caminar sobre las aguas,
como un Cristo que despojado de su ego
nos regaló un camino nuevo.
Océano,
dones de profecía entre serpientes
padre de ríos y arroyos-
" Poderosa corriente del río océano"
relató Homero.
Extenderse hacia el pecho de las aguas
circundando horizontes y suelo raso
como una orquesta armoníca
con el sol como única batuta.
Es Titán quien cópula mis futuros
sin pecado original.
Que hasta la culpa y el yugo de su castigo
caducan,
escupiendo el beso del perdón
en nuestro maldito karma
el día menos esperado.
Abro la ventana de la algarabía
entran machaconas moscas nacaradas
obturando la salida de este dédalo sanguinario.
Cierro puertas, y se aferran
a las grietas del alma
como un condenado a su última cena.
Ya
pasó
vuestro tiempo.
Los cíclopes reverencian mi paso
y gritaré a Polifemo que " ningún hombre"
jamás hiere.
Quebrantaré
el sacrílego dogma de la presunta
felicidad terrenal
de pies en el suelo
y cabezas en el cielo.
Océano donde beber las primeras aguas
diáfanas, saciantes y sanadoras
arropando,
los despojos de los hombres.
Me canso,
sucede que me canso,
no como Neruda de ser hombre
si no, de no saber ser niña
y
amada hija del oráculo de Nereos.


 

martes, 16 de diciembre de 2014

DÍA DE PIEDRAS.


Oí una voz en medio de los cuatro seres viviente que decía:
  1. Dos libras de trigo por un denario y seis libras de cebada por un denario, pero no dañes el aceite ni el vino»Ap. 6,62

Llegará el día del pergamino
y tendré que hablarle a mi voz.

Ese día callarán los argumentos
las alimañas desatadas
de una verdad desnuda.

Socavaran mis agrietadas manos
vislumbrando lo que hicieron
o dejaron de hacer.
Intentado ver la primitiva luz
hurgarán llagas,
promesas,
y los ingrávidos
dedos que en ellas moran.

Con estas manos pudiese haber
dado sustento a miles de platos
de clemencia.
Calorías disuasorias o alentadoras,
o quizás
desalar lágrimas anónimas
o hasta...
con precisión cirujana estirar
apéndices de fundamentos que impiden
al niño alzar la vista de la estirpe.

-Todos somos mancas providencias aquí-

Llegará el día , si,
y me preguntarán por estos ojos
rebosantes de moscas verdes gimiendo sucios.
Estos ojos que no quisieron ver más allá
del ombligo que me alimenta.

Ojos pardos de arena
que no se atrevieron a ser olas, abrazando
alienadas medusas.
Se niegan a ver, gramíneas de uno mismo
entre la errática eternidad de los parques.

-Aquí todos somos providencias ciegas,
ceja del placebo del misterio-

La boca que debería recubrir la arenga
del ecuánime,
soplar el viento hacia lo meridional
de la balanza, incluso
besar la compasiva lepra con frenesí
es ardua tarea para el mediocre
pellejo que habito.

-Nunca tendremos bastante.
Todos somos mudas providencias aquí-

Escudriñarán mi desnudo cuerpo como un mapa.
Carreteras visionarias entre las piernas,
territorios de espantos en este tronco
inclinado hacia la tierra.

Cuando el día traiga la umbría cuestionada
y los jinetes negros,
(victoria estática
cumpliendo de la piedra
su rotatorio sueño)
la trémula sentencia apocaliptica
del séptimo sello
yo aguardaré.

Malvivo esperando albas deslenguadas
dilucidando
esta demente ensoñacion de las rocas
insurrectas.
Esta sutil manera de esconderme
como ellas
entre la pasiva espalda de una tarada nube
y hacerme aire inmóvil.
 

 
P.Gorricho

lunes, 3 de noviembre de 2014

Retrospectiva,


Donosti 22 agosto 2014-


Me veras en retrospectiva

entornados los acantilados

y fragmentos de sol entre los dedos

tornaran a mis oídos.



Dejarán su mística estela

las amapolas, los rastrojos

y la mansedumbre

parirá de nuevo

ya fuera del bosque donde cobijamos

la levedad de nuestra augusta

soledad.


Oraran sobre nuestro vientre

aquellos descendientes akasicos

magullando con su impronta

todo intento de amordazarnos.


Que ya no habrá horizonte

donde cubrirnos y regresarnos.

Nos tragamos todo el mar

para ir escupiendolo poco a poco

entre los huesos de esta sorda ciudad.